Elogio del Maestro

Por Álex Martínez Moreno

Ayer comencé mis clases del nuevo curso en la Universidad Autónoma de Barcelona. Posiblemente el más extraño de nuestras vidas. No solo por vernos todos enmascarados, masificados, insuficientemente distanciados y terriblemente incómodos. También por las incertidumbres que afrontaremos; el hartazgo, el fantasma del confinamiento y las condiciones complicadísimas con las que habremos de lidiar. Nadie quiere ver las aulas como quedaron el último trimestre del curso pasado (imagen que encabeza este post).

No será fácil, pero prefiero hacer mía una frase que hace tiempo me dijo Isabel Coixet: «si fuese fácil no nos habrían llamado a nosotros».

Hace pocos días falleció el padre Ignasi «Nani» Vila, al que sus alumnos del Colegio Sant Ignasi de Sarrià apodábamos cariñosamente el «hijo del altísimo». Era jesuíta y un grande en todos los sentidos -medía dos metros- pero sobre todo era un maestro. Perdón, el Maestro. Uno de esos tipos que no solo son un pozo insondable de sabiduría, sino que sabía transmitirla con pasión contagiosa. Y sobre todo, era sobresaliente en uno de los aspectos que más debería caracterizar a todo profesor: despertar las ganas de saber más. Como persona era afable y se preocupaba por sus alumnos sin llenarse jamás la boca con ello. Clarividente, agudo y cultísimo, era un humanista con todas las letras. Sabía hacerse querer y respetar a un tiempo, con su voz grave procedente de las alturas y forjada entre humaredas de tabaco negro. (Entrar en su despacho era como viajar al Londres victoriano de la niebla impenetrable.). El padre Vila es uno de los maestros que más me han marcado en toda mi vida. Diría que el mejor de cuantos he conocido. El docente que todo alumno merecería tener y el que deberíamos aspirar a ser todos cuantos nos atrevemos a enseñar (aunque eso sea imposible). Os recomiendo esta lectura en su memoria, porque suscribo hasta la última coma.

Ignasi «Nani» Vila, el Maestro.

Comienza un nuevo curso. Y todos, alumnos y docentes, tenemos la obligación de disfrutarlo y sacarle el máximo partido. Porque no volverá. Y porque la alternativa es netamente peor y -sobre todo- mucho más aburrida.

Nani Vila solía empujarnos a no dejar para mañana lo que pudiera hacerse hoy. Parece que aún le escuche rugirme sonriendo tras aquellas gruesas gafas «Omnes vulnerant, Martínez. Ultima… ¡necat!«. No. No hay tiempo que perder, así que pongámonos las pilas y la sonrisa. Adaptémonos lo mejor que sepamos. Y adelante. Ya.

Siempre comento a mis alumnos que, para su suerte o su desgracia, yo no soy un profesor profesional sino un profesional que hace de profesor. Y como profesional -creativo, consultor o estratega- jamás he sabido trabajar sin ilusión: el fuel de la vida. No permitamos jamás quedarnos sin esa gasolina.

Ojalá alguien dé pronto con la solución para acabar con la coronacrisis, ya sea en forma de vacuna, anti viral o lo que sea que la ciencia nos aporte. Pero, entre tanto, la vida sigue. Hagamos cuanto esté en nuestra mano para evitar la Covid, pero no perdamos el tiempo ni la energía quejándonos de lo no lo está. The show must go on. O, como diría el estimado padre Vila, tempus fugit, carpe diem.

10 consejos gratis para gente que empieza

Por Álex Martínez Moreno

Dedicado a todos los estudiantes, becarios y juniors del mundo, a los que han decidido reinventar sus carreras, y muy en especial a mis alumnos de último curso. 

1.-NO SE TRATA DE QUÉ TE GUSTA, SINO DE CUÁNTO TE GUSTA.

El sueño de toda persona sensata es convertir aquello que le apasiona en su modo de vida. Pero, sorprendentemente, son pocos los que lo intentan realmente.

Puede que haya menos sensatos de lo que pensamos, o que la inercia nos lleve hacia otro lado de apariencia más confortable, o puede que simplemente lo que gusta no gusta lo suficiente.

Las pasiones también requieren sacrificios. Y esfuerzo.

La diferencia entre un hobby y una profesión es el retorno que esperas de ese esfuerzo. Y el esfuerzo que requiere ese retorno.

Recuerda la mítica escena de la serie Fama, donde la profesora Grant les espetaba a sus alumnos: «Buscáis la fama, pero la fama cuesta. Pues aquí es donde vais a empezar a pagar: con sudor». Cuanto más te guste lo que hagas, menos “precio” te parecerá. Porque el objetivo no es “me pagan” sino llegar al “y encima, me pagan”.

Tú estás empezando. Eres un lienzo en blanco. ¿Qué es lo primero que vas a escribir en él?

2.-DECIDE CÓMO DE BUENO ESTÁS DISPUESTO A LLEGAR A SER.

El mítico Paul Arden escribía “your vision of where or who you want to be is the greatest asset you have. Without a goal it’s difficult to score”. El título del libro donde lo escribió no es menos clarividente: “It’s not how good you are, it’s how good you want to be”.

Asume que la excelencia es el objetivo en todo lo que hagas, la consigas o no.

Si la mediocridad se termina imponiendo, no decaigas ni enloquezcas. El éxito no es una ciencia exacta. Pegúntate siempre ¿lo puedo hacer mejor? Si la respuesta es no, a por lo siguiente. Una profesión es una carrera de fondo que se alimenta de perseverancia.

 

3.-TEN CLARO QUIÉN PUEDE NECESITARTE Y PARA QUÉ.

Hay más de 7 mil millones de habitantes en este planeta, créeme, lo más probable es que nadie te esté esperando ahí fuera.

Haces lo que haces porque te apasiona pero, para que se convierta en un modo de vida, también tiene que gustarle a otros. Por lo menos lo suficiente como para estar dispuestos a pagarte por ello.

Analízate con objetividad y ten muy clara cuál es tu propuesta de valor. Qué aportas, a quién y por qué eres necesario.

Una vez tengas claras las respuestas, pasa al siguiente nivel: ¿En qué eres diferente y mejor que tus competidores?

 

4.-VE A POR ELLO SOLO SI TIENES LEGITIMIDAD PARA INTENTARLO.

Aunque no me avale dato científico alguno, me atrevería afirmar que el ratio de cantamañanas por cada 100 profesionales es hoy más alto que nunca. Puede que sea una de las herencias que nos ha dejado la Gran Recesión que todavía colea.

En cuanto la crisis entra por la puerta, la ética de muchos salta por la ventana. Procura que ese no sea nunca tu caso. Hagas lo que hagas, hazlo bien y buscando el bien.

Amas lo que haces. Te has preparado a fondo. Y sientes ese entusiasmo del que tiene mucho que aportar. Bien. Ésas, y por ese orden, son las prioridades que te harán sentir legitimado para acometer lo que te propongas. No lo olvides.

 

5.-PREPÁRATE A DAR, AUNQUE EN UN PRINCIPIO NO TE GUSTE LO QUE RECIBAS. 

La confianza llega cuando uno se la merece. Y la confianza es la clave del éxito, tanto en las relaciones personales como en las profesionales. Persevera. Si lo mereces, el retorno llegará.

No soy de los que creen en la justicia poética, pero sí en que “there are no short cuts to any place worth going” como afirmaba la soprano Beverly Sills. Tampoco creo en el masoquismo profesional como camino liberador.

Por el contrario sí creo que el trabajo debe ser una historia de amor, no un matrimonio de conveniencia. Y el amor hay que alimentarlo con generosidad, porque no acostumbra a ser equitativo.

Planteémoslo como el checkpoint de la balanza. Si al cabo de un tiempo razonable, a pesar de los pesares pesa más el platillo de los pros, considera que la cosa marcha bien. Si por el contrario pesa más el de los contras, considera el divorcio.

 

6.-LOS PRINCIPIOS SIEMPRE HAN SIDO DUROS. 

Quien diga que empezar ha sido fácil alguna vez, miente. No importa la época. Es estéril compararlas. Cada una brinda sus oportunidades y carga sus dificultades. Lo que realmente marca la diferencia es detectar las primeras y saber aprovecharlas, aun a pesar de las segundas.

De toda la gente que admiras, ¿cuántos crees que te dirán que el camino fue un lecho de rosas? Apuesto a que entre cero y ninguno.

Sí, empezar es duro. Pero, como apunta James C. Hunter en su estupendo libro La Paradoja, “los comportamientos positivos acaban generando sentimientos positivos”.

Primero hay que tener hambre. Luego, combinar bien los ingredientes. Adereza tu entusiasmo con perseverancia, ganas de mejorar y paciencia. Tendrás la receta de la cultura del esfuerzo. Primero, merécelo. Después, aspira a ello.

 

7.-CUANDO NO TIENES EXPERIENCIA, EL ENTUSIASMO ES TU PRINCIPAL ACTIVO. 

Bob Isherwood, director creativo mundial de Saatchi & Saatchi durante más de una década (y mi jefe durante un tiempo), afirmaba que “el talento sin entusiasmo sirve de bien poco”. No puedo estar más de acuerdo, y muy especialmente cuando empiezas.

La experiencia es importante, por supuesto. Y es prioritario adquirirla cuanto antes. Pero no la sobrevaloremos. Cada día de tu carrera vas a tener que demostrar que mereces lo que te pagan. De hecho, solo progresas si vales más de lo que cuestas.

Es importante acreditar tus skills de la mejor manera posible. Pero no te contratarán por lo que hayas hecho antes, sino por lo que crean que vas a ser capaz de hacer. Si la experiencia es un aval, el entusiasmo es un catalizador del talento. Úsalo.

 

8.-SÉ UNA ESPONJA.

Aprende con avidez. Cultívate. Refínate. Aprovecha cualquier oportunidad para absorber. Pregunta. Experimenta. Piensa. Comete errores. Si te caes siete veces, levántate ocho. Observa. Rodéate de todo el talento que puedas. Acércate a gente de culturas que admires. Recuerda que siempre se enseña más a quien más quiere aprender. Utiliza tu energía, porque como decía el mítico Paul Arden “la energía es el 75% del trabajo”.

Sé una esponja, pero no vivas en la piña debajo del mar. La verdadera inspiración está en la vida, no en la profesión.

9.-TAN IMPORTANTE ES APRENDER LO QUE HAY QUE HACER COMO LO QUE NO HAY QUE HACER. 

Jamás abandones el pensamiento crítico. Incluso si tiendes a sucumbir a la mitomanía. Decía Fernando Macía, el malogrado director general creativo de DDB Barcelona, que “lo peor de los genios es conocerlos”. Yo no soy quien para contradecirle, por suerte o por desgracia no creo haber conocido a ninguno. Lo que sí me atrevo a afirmar es que formarte junto a los mejores te permitirá aprender incluso de lo que hacen mal. Y eso es valiosísimo.

Las historias de éxito son tremendamente populares. Pero a menudo son más útiles las historias de fracaso. Lástima que, siendo muy superiores en número, son bastante más difíciles de encontrar.

Nacemos genéticamente preparados para el éxito, al menos en dosis razonables. Pero es en el fracaso donde debemos encontrar nuestra auténtica valía. La grandeza no está en no caer nunca, sino en cómo te levantas nuevamente.

Vas a cometer errores. Cientos de ellos. Y eso duele, créeme. Pero sirve. Es parte fundamental del juego. Aunque hay algo mejor que aprender de los errores propios: aprender de los ajenos. Sobre todo los que cometan tus superiores.

10.-NUNCA DEJES DE INVERTIR EN TI.

Hasta que la tecnología no me desmienta nacemos con fecha de caducidad, así que no hay tiempo que perder. Pero la vida profesional es como la personal, un camino largo y sinuoso. Quienes la plantean como un sprint suelen apagarse demasiado pronto, dejando tierra quemada a su paso. Considerando que solo se vive una vez, más vale considerar cada etapa como antesala de la siguiente.

Prepárate para una carrera de fondo. Estimula tu curiosidad. Trata de aprender de todo y de todos. Nunca dejes de formarte. Siéntete en BETA permanente.

Valórate y otorga valor a los demás, a las pequeñas cosas, a los detalles. Alimenta las sinergias y acabaras recibiendo mucho más de lo que des.

Parafraseando a Benjamin Britten, “aprender es como remar contra corriente: en cuanto se deja, se retrocede”. Siempre se aprende. Incluso cuando se desaprende.

Tú eres tu mejor baza. Y tu obligación es jugarla bien.